Recientemente, dos personajes internacionales han fallecido. José Mújica y el Papa Francisco. Y lo que más llama la atención es que quienes han sido sus más persuasivos críticos se han deshecho en alabanzas hacia ambos. Algo está podrido en el reino…
Que, para la mentalidad occidental, desarrollada a lo largo de milenios, a partir de los más profundos pensadores e iniciados de la Antigüedad, sólo se tengan en cuenta los valores de una persona cuando esta se muere, habla por sí solo de una perversión psíquica significativa.
La culpa, el remordimiento de lo mal que nos hemos comportado con dicha persona, aflora tras su muerte en un reconocimiento de sus valores que camuflan una expiación y un ajuste de cuentas consigo mismo. Por tanto, estas falsas alabanzas no hacen, sino subrayar la incapacidad de haber sido justos mientras ella vivía.
¿Qué hemos hecho con ese extraordinario instrumento denominado “mente” que es justamente lo que nos diferencia del reino inmediatamente inferior?
¡Qué extraña cosa el que una persona se vuelva noticia por el “simple” hecho de ser honesto, humilde y austero como José Mújica! ¡Más aún extraña es la noticia de que un Papa católico se haya enfrentado a los gigantes de conducta anti-cristiana!
¿No deberían ser estas cosas lo normal? ¿Que un comunista comparta sus bienes y que un Papa se esfuerce por ser cristiano?
A toda plana se publicó la noticia de que Mújica prestó un habitáculo en su chacra a un amigo necesitado y que mantuvo el compartir su mate con los vecinos… ¿Acaso la vida es algo diferente que compartir, charlar y pasar los ratos de ocio con los demás? Otras tantas noticias del mismo tipo se publicaron sobre Francisco. Lo normal se vuelve inhabitual, anormal, y por ello llama la atención… y ¿qué ocurre cuando una mente da por normal lo anormal? ¿No es síntoma de alguna patología psíquica aún innominada? ¿Podríamos llamarlo occidentalitis aguda?
Nuestra civilización se sigue desangrando ante la impasividad y la impotencia de quienes ya lo han dado todo por perdido. ¿Para qué protestar ante las masacres que se producen a nuestro lado, si podemos evadirnos con Eurovisión?
“Yes, and how many ears must one man have
Before he can hear people cry?
Yes, and how many deaths will it take ‘til he knows
That too many people have died?”
Lo primero sería responder a la pregunta:
“How many roads must a man walk down
Before you call him a man?”
Man, hu-man-o, portador de un “Manas”, de una mente que le permite pensar libremente y ser consciente de ser… ¿para cuándo?
No busques la respuesta flotando en el aire, sino en tu interior.
La respuesta no está en el aire, sino en el fuego.