Si damos una mirada a los diferentes líderes espirituales que se han manifestado a través de la historia de la humanidad, vemos que todos ellos abogan por la obediencia, “ser obedientes para ser agradables a Dios”.
La palabra “obedecer” tiene una relación directa con el escuchar, y esto implica una escucha particular que seguro no guarda relación con asistir a un concierto de música o a una conferencia de un tema que nos atrae.
Cuando se trata de acciones concretas, entonces es “relativamente” fácil ser obedientes, por ejemplo, manteniendo un estilo de vida sano, cuidando de la limpieza del cuerpo, siguiendo las normas exteriores impuestas.
Pero, ¿qué hay de la obediencia a la voz interior? ¿Esa voz de la que testimonian los iniciados de todos los tiempos? ¿Y qué ocurre con esa voz que se percibe cuando uno se encuentra en soledad y silencio?
Cuando se escuchan las diferentes voces que hablan dentro de cada uno, voces que pueden provenir de los pensamientos, de los sentimientos, de los deseos, o de todos a la vez, ¿a cuál hemos de obedecer?
¿Cómo reconocer la voz del verdadero Ser interior?
¿Qué es lo que en el desarrollo como individuo íntegro, ético y moral, es decir, espiritual, nos habla y podemos obedecer sin necesidad de argumentos racionales ni sermones?
Y nosotros nos preguntamos, ¿qué habrá escuchado Van Gogh que lo llevó a cortarse la oreja?
Y usted, estimado lector, ¿sabe a qué voz obedece en su día a día?
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