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Escrito por: 10:39 am Artículos

La Consciencia no es binaria

Querido lector, si usted ha tenido algún acercamiento al cristianismo, sabrá seguramente que, en la…

Querido lector, si usted ha tenido algún acercamiento al cristianismo sabrá seguramente que, en la biblia, específicamente en el Génesis 1:27 se dice: “Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.“

Tal como aparece en las diferentes versiones bíblicas, ninguna que se conozca, asocia a que Dios creó únicamente lo masculino. Todas las versiones publicadas se refieren al arquetipo creado, al ser original creado, al ser humano a imagen y semejanza de Dios, y luego diferenciado en su manifestación física femenina y masculina. Varón y hembra, hombre y mujer.

El simple hecho de que a la manifestación la denominen “varón” y no “macho”, como se corresponde en contraposición a “hembra”, es ya muy significativo.

¿Le surge a usted la misma pregunta que me surgió a mí?

¿En qué momento se asoció la palabra hombre únicamente con lo masculino?

¿Cómo se ha generado una distinción tan radical entre lo masculino y lo femenino a través de la historia de la humanidad? 


Desde hace más de dos mil años, la mujer ha sido relegada a un papel secundario. Se le han atribuido todo tipo de cualidades especiales: seres sin alma, sin capacidad de pensar, sin posibilidad de opinar, pero absolutamente responsables de generar vida y mantenerla a costa incluso de la propia. 

Para no ir muy lejos hace sólo 50 años en España a la mujer se le consideraba un ser humano “de segunda clase”, por no decir menos. Era ella la responsable de satisfacer las necesidades del varón, justificando la superioridad de este por el lugar que le había sido asignado en la sociedad de ese entonces: el varón que trabaja y sostiene la familia.

«En el caso del universo, cuando se detecta un cuerpo estelar, se sabe que la luz que se está percibiendo fue emitida hace un tiempo.»

El hecho de que el mundo y la humanidad estén en constante movimiento y transformación es, por un lado, una gran ayuda para mantener la vida, pero, por otro lado, cuando las transformaciones están ausentes de memoria consciente individual, y especialmente colectiva, entonces el aprendizaje no se produce como factor evolutivo de la consciencia. Observando su desarrollo, en realidad evolución como humanidad no parece existir.

Lo que sí se comprueba que existe es un proceso de agudización del intelecto en el que al final el ser humano llega una y otra vez a un límite que no puede atravesar. Los últimos descubrimientos espaciales nos lo demuestran, con los hallazgos realizados a través del telescopio James Webb, por ejemplo, cuyo objetivo era descubrir las primeras galaxias que se habían formado en el universo y cuándo se prevé que debió suceder el Big Bang.

 

Cuando se explora el cosmos (y aquí es importante entender con ello la exploración del cosmos interior, el propio ser, y simultáneamente el cosmos exterior, lo que vemos, el universo) buscando las fuentes de luz surgen tremendas paradojas e incógnitas sorprendentes. En el caso del universo, cuando se detecta un cuerpo estelar, se sabe que la luz que se está percibiendo fue emitida hace un tiempo, es decir, el tiempo que la luz tardó en llegar desde ese cuerpo estelar hasta nuestros ojos. Cuando se observa el Sol, el Sol que usted ve es el Sol que era hace 8,3 minutos. 

Nunca, con los ojos corporales, se puede ver el Sol en el ahora mismo. Cuando se observa una galaxia que está a 10 millones de años luz, se está viendo esa galaxia tal como era hace 10 millones de años, y no como es hoy. Por ello, todo el esfuerzo de los astrónomos consiste en construir telescopios que cada vez lleguen más “lejos” en el universo, es decir, a estados en el universo más y más anteriores, pues explorar la distancia espacial es sinónimo de explorar la distancia temporal.

 

Pues bien, los resultados del James Webb muestra imágenes de lo profundo del universo en las que las galaxias que allí se detectan no se encuentran en estado semilla, tal como supuestamente deberían estar, sino mucho más desarrolladas que lo estimado por la hipótesis de punto de inicio del universo que conocemos, o sea, del Big Bang, y por tanto todo ello genera un nuevo desafío que va a transformar por enésima vez las ciencias astronómicas.

«Con la consciencia actual racional científica no es posible comprender y encajar todas las piezas del rompecabezas.»

Por tanto, los descubrimientos de la ciencia se acercan más a la teoría de una realidad multidimensional en la que el tiempo no desempeña un papel fundamental, sino que lo que se manifiesta realmente es la permanente fluctuación y transformación de las cosas.

 

Este planteamiento se aproxima a la teoría clásico-esotérica que se basa en que las cosas, lo manifestado, no surgen ni mueren, sino que pasan de lo invisible a lo visible y de lo visible a lo invisible en un proceso constante de transformación.

Cuando los cuerpos pasan de lo visible a lo invisible es porque hay un cambio dimensional o porque estos entran en reposo. Este reposo, como es lógico, no es simultáneo para todo el universo. Por ejemplo, ahora hay planetas en nuestro sistema solar que están en reposo en cuanto a la manifestación de vida, y, en cambio, el planeta Tierra está plenamente activo. Y llegará un momento en el que el sistema solar entero entrará en reposo, para posteriormente volver a surgir a la manifestación.

 

 

Querido lector, es claro deducir que la ciencia está constantemente intentando ajustar el modelo científico a los nuevos descubrimientos, pero con ello no hace, sino demostrar que el relato que construye y reconstruye una y otra vez a partir de unos pocos datos es como dar palos de ciego. Cada nuevo descubrimiento científico nos conduce inexorablemente a la conclusión de que solo un salto cualitativo de consciencia puede abrirnos a la comprensión de la verdad sobre la vida universal. Con la consciencia actual racional científica no es posible comprender y encajar todas las piezas del rompecabezas, y la tecnología difícilmente producir un equipo informático tan sofisticado y potente como para elaborar un nuevo modelo.

 

Llegados a este punto, sí solo un salto de consciencia nos permite abrirnos a una dimensión diferente, y la consciencia como tal no es binaria, ¿dónde quedan las supuestas diferencias de género? 

Cuando se trata de preservar la vida, y la vida humana, entonces la interacción y cooperación entre hombre y mujer se vuelve absolutamente necesaria.

Es obvio que para hacer clones no se necesita un hombre y una mujer. Todos esos esfuerzos por crear seres vivos a imagen y semejanza nuestra son ya una realidad, pero…

¿Hacia dónde vamos cómo humanidad? ¿Alguno de nuestros lectores tiene una opinión? 

 

 

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