Es fácil constatar que el hombre actual está perdiendo el sentido de lo sagrado. ¿Qué significa esto?, ¿qué se entiende por sagrado?, ¿qué diferencia hay entre lo sagrado y lo religioso? Estas son algunas de las preguntas que intentaremos responder en este artículo.
Lo sagrado es aquello que trasciende lo material, lo cotidiano, lo profano. Es lo que nos conecta con nuestra esencia interior, con el Cosmos y la Naturaleza. Es lo que nos hace sentir parte de un todo mayor, de una realidad superior. Lo sagrado nos inspira respeto, admiración, reverencia, amor. Lo religioso, en cambio, es la forma que adopta lo sagrado en las distintas culturas y tradiciones. Es el conjunto de creencias, dogmas, rituales, normas y símbolos que expresan y regulan la relación del hombre con lo sagrado. Lo religioso puede ser una vía para acceder a lo sagrado, pero también puede convertirse en un obstáculo si se reduce a una mera formalidad externa.
El hombre actual se desvincula de lo sagrado por varias razones. Una de ellas es el predominio de la ciencia y la tecnología, que han desplazado a lo sagrado del centro de la visión del mundo. Otra es el individualismo y el consumismo, que han hecho del hombre un ser egoísta y materialista, que busca la satisfacción inmediata y superficial de sus deseos. Otra más es la crisis de las instituciones religiosas, que han perdido credibilidad y autoridad ante los escándalos y las contradicciones.
¿Con qué sustituye el hombre actual a lo sagrado? La respuesta es obvia: con nada o con sucedáneos. Con nada significa que vive sin sentido ni trascendencia, sin valores ni ideales, sin esperanza ni felicidad. Con sucedáneos significa que busca en otras cosas o personas el vacío que deja lo sagrado: en el dinero, el poder, el sexo, las drogas, las modas, las sectas, los ídolos…
«El hombre se siente solo, vacío, angustiado, insatisfecho. El mundo se vuelve hostil, caótico, violento, contaminado.»
La pérdida del sentido de lo sagrado tiene graves consecuencias para el hombre y para el mundo. El hombre se siente solo, vacío, angustiado, insatisfecho. El mundo se vuelve hostil, caótico, violento, contaminado.
Se rompe la armonía entre el hombre y la Naturaleza, entre el hombre y los demás hombres, entre el hombre y Dios. Ante esta situación, cabe preguntarse qué podemos hacer para recuperar el sentido de lo sagrado. Y lo cierto es que no hay una respuesta única ni fácil, por lo que, antes que nada, deberíamos plantearnos: ¿qué beneficios nos traería volver a valorar lo que es sagrado para nosotros y para los demás?, ¿cómo podemos vivir una vida más plena y feliz si recuperamos el sentido de lo sagrado?
Por supuesto, se pueden aportar algunas sugerencias generales, tales como que es preciso cultivar la interioridad, la meditación; buscar el contacto con la Naturaleza, con su belleza y su misterio; apreciar el arte, la música, la poesía, como expresiones de lo sagrado; practicar la solidaridad, la compasión, el perdón, como actitudes de lo sagrado; cuestionar el sistema dominante, sus valores y sus intereses; abrirse al diálogo inter religioso e intercultural; reconocer y agradecer los dones de la vida…
Hemos señalado que lo sagrado es aquello que nos conecta con algo más grande que nosotros mismos, que nos trasciende y nos da un propósito. ¿Cabe por ello vincular “lo sagrado”, a una creencia religiosa, una práctica espiritual, una causa social, una relación afectiva, una expresión artística o cualquier otra cosa que nos inspire y nos motive?
Sin duda, tales vinculaciones pueden ser positivas, si nos ayudan a dar sentido a nuestra existencia y a encontrar nuestra identidad. Por otro lado, recuperar el sentido de lo sagrado implica también reconocer y respetar al prójimo y a la Naturaleza y, sobre todo, respetarnos a nosotros mismos. Implica cultivar una actitud de gratitud, de asombro y de cuidado hacia lo que nos rodea. Implica, en definitiva, vivir con más conciencia, con más responsabilidad y con más amor.
«Recuperar el sentido de lo sagrado puede ser un primer paso para vivir una vida más plena y feliz.»
El camino hacia lo sagrado se puede vivenciar en grupo, pero siempre en la idea de que cada uno debe encontrar su propio camino, respetando la diversidad y la libertad de los demás.
Sin embargo, recuperar el sentido de lo sagrado no es suficiente para alcanzar la plenitud del ser. Necesitamos también dar un paso más y buscar nuestra propia realización. La plenitud del ser implica desarrollar todo nuestro potencial como seres humanos, tanto en el plano físico, como en el mental, el emocional y, sobre todo, en el espiritual. Implica también contribuir al bienestar de los demás y del planeta. Implica, en suma, vivir con coherencia, con autenticidad y con libertad. Necesitamos también estar abiertos al cambio y al aprendizaje continuo, e igualmente, tener fe en nosotros mismos y en la vida.
Por ello, recuperar el sentido de lo sagrado puede ser un primer paso para vivir una vida más plena y feliz. Pero no es el único ni el último, pues es preciso buscar nuestra propia realización personal y contribuir al bien común. Solo así podremos alcanzar la plenitud del ser.
Ahora bien, ¿qué podemos entender por alcanzar la plenitud del ser? ¿Qué significa ser pleno? ¿Qué valores y principios nos guían? ¿Qué nos aporta la dimensión espiritual? ¿Cómo podemos cultivarla en medio de la complejidad y la incertidumbre de nuestro tiempo?
Tales preguntas nos desafían a reflexionar sobre nuestra propia existencia y el propósito de nuestra vida, y a cada cual le cabe encontrar las respuestas a las mismas.