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Escrito por: 5:23 pm Artículos

Querido ego: de mí, para ti, sin exageraciones

Querido ego, a ti, que me asfixias y me preocupas cuando todo va bien y cuando todo va mal, que te…

Querido ego

 

A ti, que me asfixias y me preocupas cuando todo va bien y cuando todo va mal, que te vienes arriba con cuatro halagos y te pega el bajón cuando se olvidan de ti, agotas mi energía y ya no puedo más. Me he decidido a escribirte y a expresarte lo que siento, así, sin filtros, como tú haces con todo, sin tener en cuenta que siempre estoy de fondo.

 

No quiero entrar en subjetividades, porque tal vez sea cosa de tu miopía, pero siempre ves el vaso medio vacío, aunque vayas por ahí diciendo que lo ves medio lleno.

Y no, no tengo sed, que sé que este tipo de metáforas las usas para cambiar de tema.

 

Bien, ahora que estás distraído, creyéndote que eres un gran escritor, aprovecho para decirte que no podemos seguir así. 

 

¿Que por qué? Porque siempre estás igual, preocupándonos por las mismas cosas. 

Cuando nos llaman para trabajar, porque nos da pereza, y cuando no nos llaman, porque no nos valoran; cuando madrugamos, que qué injusta es la vida y cuando nos quedamos en la cama, que somos un desastre sin futuro; cuando llegamos pronto a un sitio porque tenemos que esperar y cuando perdemos el tren que no salimos a tiempo.

 

«Con tus quejas podría construir un castillo y me sobraría para una mazmorra, adivina a quién metería dentro.»

 

Nada nunca te parece suficiente, ni las cenas, ni los viajes, ni siquiera las sorpresas que preparo. Siempre encuentras cómo podían haber sido mejores. Eres como un detector de problemas en modo “extremo”. Cuando la nevera está llena porque “algo se va a poner mal” y cuando está vacía porque “no hay nada que picar” y justo entonces te entra un hambre voraz, acéptalo comes cuando te da la gana, pero a mí me cierras el estómago con cada llanto. Con tus quejas podría construir un castillo y me sobraría para una mazmorra, adivina a quien metería dentro.

 

Es cierto que últimamente vas un poco cansado, te estoy pidiendo un esfuerzo extra con tantos cambios y sé que dormir mal agudiza el mal genio, pero es que cuando dormimos bien también encuentras algo para acabar de mala baba y no hay desayuno que lo arregle,

créeme lo he probado todo y cuesta sacarte de tu rollo.

 

Es curioso, porque cuando no te duele nada encuentras algo de que quejarte y si no es del tiempo (que da igual si es bueno o malo, porque nunca está a tu gusto) es del vecino, o de un cliente que te debe una llamada o del pesado de turno que ha venido a arreglar el ascensor de la comunidad y hace ruido con el taladro. 

Te preocupas por todo y acabas preocupándome a mí también, pero además con extra de drama, hasta cuando no hay nada de que preocuparse, tienes la capacidad de encontrar la forma de que lo haya.

Bien, dicho esto, yo necesito poner distancia entre nosotros.

He decidido dar este paso yo, porque sé que a ti se te hace bola, como todo lo que te propones, aunque te cueste aceptarlo, porque eres de raíz perezosa y todo son buenas excusas para no esforzarte, aunque sea en hacer el ganso en el sofá un domingo por la tarde.

 

Y es que cuando quiero relajarme me vienes con un recuerdo olvidado de experiencias pasadas, de algo que salió mal y ¡pum! Entramos de cabeza en un problema. 

No me das la oportunidad de que conozca a alguien sin prejuicios, siempre se parece a aquel que en su momento me hizo daño o a aquella amiga que parecía lo que no era.

 

Sé que quieres cuidarme, pero estás excediendo tus funciones y si sigues llevando tú las riendas vamos a acabar volcando. Será difícil que las cosas salgan bien si siempre las vemos tan negras o tan difíciles.

 

«Sí, el problema eres tú, definitivamente, pero depende de los dos que funcione.»

Verás, sé que esto no te está sentando bien y créeme para mí, no ha sido fácil verlo y menos escribirte con lo susceptible que tú eres, pero es lo mejor para los dos y aunque parezca un
tópico, no es por ti, es por mí, no podemos seguir así.

 

Y sí, el problema eres tú, definitivamente, pero depende de los dos que funcione.

 

Sé que no puedes irte y escapar de esta situación, tampoco te pido que lo hagas porque ¿sabes? Te necesito. Sí, has leído bien. Te necesito para sobrevivir y para más allá de realizar las funciones básicas que mi cuerpo necesita, también para no morir atropellada, para desconfiar a veces, para reclamar un pago, para conducir y que no me entre sueño, y para mantenerme entera.

 

Pero no para que intentes controlarlo todo, porque entonces nos perdemos lo mejor de la vida: la curiosidad, lo inesperado, la adrenalina de bajar una pista de esquí a toda velocidad, la aventura de un proyecto nuevo, el amor (sí, que alguien entre en nuestras vidas y se quede), las enseñanzas después de habernos equivocado, la ingenuidad que lleva a conocer nuevas formas de cruzar un río aunque acabes empapado, la risa contagiosa de no saber qué hacer y apostar por soltarse y dejarse llevar… ¿Qué es la vida sin todo eso?

«Quiero que sigas conmigo, pero que ocupes tu lugar.»

Pero bueno, lo más importante que quiero pedirte es que no te inmiscuyas entre el anhelo de mi alma y mi necesidad de encontrarme con algo más elevado que te trasciende a ti.

Y si no sabes de qué hablo, sencillamente confía, porque algo en mí sabe por dónde va y a los dos nos compete que lleguemos a buen puerto.

 

Quiero que sigas conmigo, pero que ocupes tu lugar. Sé que pedirte esto es pedirme a mí ocupar el mío, y es por ello que me comprometo a hacerlo, al poner en palabras todo esto.

 

Espero que lo entiendas, las intenciones de mi carta son buenas y aunque ahora no lo veas (y te vaya a costar verlo) es lo mejor para los dos. Solo te pido un poco de distancia y que seas mi aliado, no mi carcelero.

 

Recuerda aquel cuento que nos leímos hace tiempo… ‘’ay querido ego, naciste para ser cochero y te has creído el señor’’

Posdata: A todos los que lean esta carta: si os ha hecho reír o pensar, los comentarios positivos dirigídmelos a mí, no a mi ego. Es muy fácil que se le suba a la cabeza y acabe pidiendo un premio literario.

Con paciencia,

La que convive contigo.

 

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